Democracias disonantes

15-11-2011, 10:05 pm, Actualidad

Democracias disonantes

Democracias disonantes
(¿Mercados rampantes?)

Cierta confusión y desorientación humana respecto de la eficacia democrática mundial ya configuran mucho más que un simple interrogante o alguna duda pasajera. Sin mirar atrás ni añorar nada de aquello, así como podemos cuestionar dioses quién o qué puede impedir entonces objetar simulacros o caricaturas democráticas donde quiera que sea.

Con todas las promesas democráticas no acompañadas de bienestar, equidad, honestidad, idoneidad, ecuanimidad y hasta felicidad que implican, prometen y aseguran, se explican y predicen las múltiples, diversas y enormes decepciones con su catálogo de frustraciones las que no obstante, serán `fundamentadamente´ negadas o amortiguadas por sofismas políticos o resignación ciudadana.

Los sofistas siempre invocarán algo que disminuya, desdibuje o minimice tal decepción como, por ejemplo: I) “¿Quieren retroceder a dinastías, tiranías o gobiernos de facto?”; II) “En todos los pueblos con democracia pasa más o menos lo mismo”; III) “No importa; en dos años volveremos a votar”; IV) etcéteras.

Una subespecie de intumescencia autocrática e inflacionaria parece haberse apropiado de las democracias con épicas excepciones. Convergentemente, bolsas, bancos, divisas, usuras, narcotráfico, lavado de dinero, contrabando y corrupción sin intersticios han quedado demasiado lejos del alcance regular, continuado y confiable de todo control y corrección democráticas conforme se verifica con la postergación de los objetivos del milenio y por ende, con la mutilación del desarrollo humano por un bien común hipotecado, sin posibilidades de rescate a la vista.

Hoy cuando el mercado en categoría de valor supremo con sus prácticas conservaduritsas a ultranza tiene la ultima palabra, patéticamente no se advierten titubeos (salvo Islandia que considera “una locura” que sus ciudadanos “tengan que pagar la factura de la fiesta de su banca”) en salvar bancos, financieras, aseguradoras e inmobiliarias antes que salvar personas, trabajo y dignidad; salvatajes de timbas financieras inhumanas del globalismo situados fuera de la dársena y del alcance de una subespecie contundente: “Solución Hussein, Laden o Gadafi”, por citar las más recientes directamente `televizadas´ y aceptadas por la comunidad internacional.

La sola democratización del mundo o la del mundo del poder sin afrontar una profunda democratización de la economía y de las comunicaciones, no es ni será suficiente para constituir un Estado moderno en tanto y en cuanto no se proyecte y refleje en el bienestar de cada ciudadano por medio del reconocimiento, el respeto, la equidad y consideración operativas de sus derechos y deberes humanos.

Como sostenía Jauretche, sin igualdad no habrá ecuanimidad y de ahí, ningún pensamiento ni institución política democrática será legitima sino es consistente con una contundente defensa de la libertad, de la igualdad y de la cultura de la satisfacción como cimientos centrales de todo sistema democrático, enraizados en la dignidad común de la especie humana.

Ante este estado de cosas ya resulta muy probable y posible que solo la articulación institucional, federal, regional y supranacional vinculante de una nueva economía solidaria civil desmercantilizada logrará la metodología más lúcida, humana e inclusiva contra la autonomización del globalismo traducida en la economía financiera actual de un mercado rampante sin marco jurídico ni regulaciones eficientes ni suficientes; contra los riesgos ya comprobados del absolutismo del dinero lucrativo y la anemia de las democracias.

Finalmente este momento histórico nos impone entonces un cambio de categorías, una rectificación de espacios, una corrección de límites con una redefinición de códigos, estatutos y aforos a propósito del transito a las nuevas edades de la historia; en suma y resumen, un momento que no admite más dilaciones, impunidades, afrentas, desconciertos, incertidumbres, malestar e insatisfacciones en términos, perspectiva y prospectiva de más democracia sin disonancias, de más democracias universales enaltecidas, ennoblecidas y enriquecidas fuera de todo alcance de concretos y letales darvinismos financieros propios de usurocracias jamás condenadas por la Organización de las Naciones Unidas no obstante ser democráticamente detestables y universalmente execrables, dignas de todo reproche, de toda repulsión.

p. Roberto F. Bertossi

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